miércoles, 11 de julio de 2007

Me cobijé en mis recuerdos y luego me dormí

Anoche, como todas estas hizo mucho frío, así es que nada más que meterse a la cama leer algo y tratar de dormir.Estaba en eso cuando caí en la cuenta de que se me estaba haciendo muy difícil conciliar el sueño, luego recordé el tazón de café que había bebido para espantar el frío, y no me quedó más que asumir que esto tardaría un poco.Dejé el libro de turno de lado, y mi mente comenzó a divagar, se me vino a la memoria la serie Heidi, esto gatillado al recordar el programa de TV que recién había visto, "Stgo no es Chile" que por lo demás y a mi parecer es bastante bueno, pero... ese es otro asunto, en una parte de el escuché uno de los temas de la serie.Fue así como mi viaje comenzó.No estoy clara qué edad tenía cuando vi por primera vez Heidi, y creo que nunca pude ver la serie completa, si recuerdo, que seguramente la vi en un televisor blanco y negro, al igual que la serie Remi.En ese entonces mi familia y yo vivíamos en el campo, y era complicado el tema de la televisión. al no tener en nuestra casa luz eléctrica, utilizábamos un televisor blanco y negro que se conectaba a una bateria, ésta se llevaba cada cierto tiempo al pueblo más cercano donde había un señor que se encargaba de recargarla de un día para otro, era un cuento todo esto, partiendo por el hecho de que este artefacto pesaba una tonelada (bueno, ni tanto pero PESABA)Lo otro era la Frustreichon, programa super bueno, todos atentos, y plaf, la carga de la bateria se terminaba, y contra eso.. nada que hacer, asi es que mi relación con este artefacto (la bateria) nunca fue de las mejores incluido el asunto de que en más de una oportunidad se adjudicó el deceso de algunos de mis jeans favoritos, esta cosa tiene un líquido que es muy fuerte. Está demás decir que cuando había que llevarla al pueblo, mi hermano menor y yo éramos los candidatos número uno para el trabajito (llámese voluntarios o no )Aún así eso solo era una minúscula parte, que no logra ni por si acaso nublar lo que esos años significaron.A diferencia de la Heidi (en realidad son muchas las diferencias pero cuando uno es chico, brillan más las similitudes, cuando uno quiere o siente coincidencias con alguien, humano o cartoon.Como iba diciendo, a diferencia de la Heidi, yo no vivía con mi abuelo, vivía con mis padres, nuestros abuelos vivían como a un kilómetro de distancia, y el campo estaba muy lejos de parecerse a los Alpes Suizos, aún cuando no puedo negar que el lugar tenía su belleza. Tampoco criábamos cabritas, pero sí teníamos ovejas, y estas no las recuerdo tan amistosas como Copo de Nieve, Blanquita o Diana, nuestra casa no estaba en los altos de la montaña, sólo arriba de una colina, tampoco estaba resguardada por Abetos, en el frente había un Pero (de los que dan peras) y por la parte de atrás había un enorme álamo.Bueno, la Heidi no contaba con árboles frutales tan a la mano como nosotros, en verano nos íbamos a tender sobre una manta bajo los árboles con mi hermano y comíamos cerezas, ciruelas, peras, manzanas hasta hartarnos.En relación a las ovejas, recuerdo que en más de una oportunidad tuve ciertos desencuentros con ellas, que ahora con el correr del tiempo, me ha quedado claro que no era nada particular de ellas hacia mí. Cualquier mamá si ve que le están llevando al pequeño hace algo, no creen? Sucedía que en las tardes cuando llegaba la hora de recoger el rebaño, me gustaba acompañar a papá en esta tarea, lo que no me agradaba mucho era cuando las ovejas les tocaba parir en medio del campo, siempre llovía, asi es que me correspondía cargar al bebé recién nacido y trasladarlo hasta el corral, la función era cuando la oveja se daba cuenta de que su cría estaba en mis brazos, eso sí era una buena carrera,, yo corriendo con el cordero en brazos, preguntándole a gritos a mi papá si la oveja ya venía cerca, y mi papá muerto de la risa, tratando de hacerme entender que la oveja no me haría nada, que solo quería a su bebé, le pido disculpas a esos pobres corderitos, porque entre el susto, la carrera y la oveja persiguiéndome, a lo único que atinaba al llegar al corral era a tirar por el suelo el pobre cordero y partir rajá a esconderme.Aún así con todo este show siempre seguí haciéndolo, creo que prefería cualquier cosa a dejar a los bebés en medio del campo con esas lluvias y vientos, y mi relación con los animales en ese sentido no ha cambiado, independiente de la simpatía o antipatía que provoque en ellos, siempre haré lo posible para que ellos estén bien.Mi hermano, bueno, él era más pequeñito, así es que a él no le tocaban estas cosas, aún así, me río mucho cuando recuerdo una vez en verano, él andaba en el corral, los corderos en esa fecha ya estaban más grandes y juguetones (los que se habían salvado de los asados de navidad y año nuevo), bueno andaba haciendo lo que los niños a su edad hacen, curiosear, y darle trabajo a las hermanas mayores, estaba en eso cuando sin previo aviso un cordero muy juguetón lo ve, corre hacia él y le dá feroz empujón con la cabeza, supongo que el cordero estaba jugando con mi hermano, el problema fue que obviamente mi hermano no estaba jugando con él, en fin, nada que hacer, solo recoger a mi chico todo aporreado y explicarle a mamá lo que había sucedido, sin antes recibir de vuelta la frase típica de “y dónde estabas que no cuidaste a tu hermano” El Pero que había en frente de la casa, siempre nos daba tanda, sobretodo en invierno, nos hacía pasar susto durante los temporales, siempre con el miedo de que cayera sobre la casa, nunca sucedió, y de hecho nunca lo cortaron, supongo que les daría miedo que al hacerlo igual caiga sobre la casa, mmm cosas de adultos pensaba yo. Cuando le llegaba el tiempo de dar frutos, estos eran tantos, que la mitad a veces se perdía, unas peras exquisitas, las que caían acarreaban muchas avejas, fue ahí cuando descubrí que era alérgica a sus picaduras, sólo imagínense andar con un pie como papa durante una semana. En cambio el álamo que estaba detrás, era mi favorito, me gustaba estar allí, y recibí varias reprimendas por eso, bueno, no por estar allí, sino por lo que yo trataba de hacer estando allí. Por una razón que aún no descubro más del tiempo intentaba hacer fogatas a los pies del álamo, debo haberlo traumado, no lo sé, siempre estuve segura de que era imposible que un álamo así de grande pudiese quemarse completo, ni siquiera un tanto, pal caso, nunca fui buena para hacer fuego. Nuestra casa era una casa antigua (y uss) de habitaciones grandes y altas, tenía segundo piso, aunque sólo un ala de este era habitable, allí tenía mi habitación (compartida con mi hermano) nos gustaba esa pieza porque era grandota, algo así como un gran ático con una ventana que daba al sur y desde donde la vista alcanzaba en verano para ver perderse el sol tras la cordillera de la costa, o para ver la majestuosidad del volcán Osorno en la distancia, quizás por eso no me gustan las casas con patios estrechos y reducidos, tuve todo un campo de patio cuando niña y eso es impagable, por último si el patio de la casa es pequeño, como sucede donde vivo actualmente, lo compensa la vista que tengo desde allí, es genial.En este dormitorio hacíamos desorden a nuestras anchas, por más que nuestros viejos insistieran no había forma de hacernos dormir temprano, al final, mis viejos se cansaban de subir y bajar la escalera para retarnos. No sé por qué nunca se les ocurrió quitarnos la radio, bueno, mejor para nosotros, los doblajes que hacíamos eran topísimos. Siempre fui super yunta de mi viejo, más que mi hermano, en verano lo acompañaba a sus pichangas en el campo, no entendía nada de fútbol, pero ahí andaba, saltando cercos, potreros tras potrero, para acompañar a mi viejo. Haciéndole barra al colo durante los partidos de TV, porque mi viejo es colocolino, y yo, desde entonces no me he cambiado de equipo. (de ningún equipo) se entiende? Salir por el campo con mi viejo era una aventura, cazar zorzales o perdices, (ahora no lo haría eso sí, pobres pajaritos) pero en ese tiempo no le envidiaba nada a la Heidi, el abuelo nunca le enseñó a disparar un rifle, la niña sabía ordeñar cabras, y qué? Yo aprendí a ordeñar vacas aunque ni les cuento las cuáticas que pasé en el aprendizaje, partiendo por el miedo que tenía en un principio a que la vaca cayera encima mío y me dejara como estampilla, veía cuando las maneaban (ataban las patas) y lo único que pedía era que la vaca fuera buen equilibrista, que no tuviera vértigo o se le bajara la presión y se desmayara. Me gustaba ayudar a mi viejo en esto, porque a él le asignaban más vacas que al resto para la ordeña, por lo mismo siempre terminaba mas tarde, así es que mi empeño se basaba en ayudarle tanto como pudiese para que terminara primero que mis tíos y que todos los demás, a veces lo conseguíamos y mi viejo les decía orgulloso que con la colega que él tenía, no nos veían ni el polvo.Claro que había días en que papá como sabía que me gustaba andar a caballo, me dejaba que saliera un rato a dar una vuelta en el caballo del abuelo, el viejito era el Campero, también ordeñaba, así es que mientras él lo hacía y con el permiso de mi viejo, yo me perdía por el campo a caballo, el abuelo tenía paciencia, porque siempre regresaba pasada la hora que me habían designado, y los encontraba a todos con cara larga o al viejito solo esperando el caballo para regresar las vacas al campo, sólo movía la cabeza y me recomendaba que para la próxima no me aleje tanto. No era el miedo a que me pase algo, el caballo me bote o esas cosas, sabían que yo montaba a caballo desde los tres o cuatroaños, la lata era que siempre tenían que esperarme, Sí, ahora entiendo porqué la Heidi quería tanto volver a los Alpes, yo a diferencia de ella salí de los “míos” a los diecisiete años, y me los llevé en el corazón. No niego que me gustaría volver a ellos, pero el pasado es el pasado y no acostumbro a vivir colgada de él, sólo lo utilizo como abono, de vez en cuando para asegurar la fertilidad de mi presente.Finalmente, creo que una mis tareas es construir mis propios Alpes, en algún lugar, los primeros fueron un regalo para enseñarme la maravilla de lo simple, para que adonde vaya no olvide por donde comenzar.En todo caso, ya bajé la serie completa de Heidi, hace unas semanas atras, la gravé y la vi completita, sin cortes, ni comerciales y a todo color, ni pensar en un corte de luz

Coleccionista de Arcoiris

Iba en el bus de regreso a su casa, afuera llovía como de costumbre y la noche ya habia caido sobre la carretera, imprescindibles para sus viajes, un buen libro, su almohada y unos buenos discos para escuchar, aún así esta vez la almohada se le quedó olvidada, la música iba y el libro también, solo leyó un poco, el resto se lo durmió, la tarde estaba hecha para eso, haya sido arropada en casa o dentro del bus.Cuando faltaba poco para llegar se dió cuenta de que delante de ella iba una pareja con una niña de unos 8 años de edad que se subieron en la última ciudad donde el bus hacia escala.La niña iba conversando con ellos y les hacia preguntas acerca de qué cosa ella podría coleccionar, quería ser coleccionista de algo, algo que nadie más coleccionara, cada cosa que la pareja le sugirió no cumplía con las espectativas de la pequeña, hablaron de mariposas, de boletos de autobus, de llaveros y de cajas de fósforos, nada le gustaba, la niña quería algo inusual. El hombre terminó diciendole que seguramente lo que ella quería coleccionar era algo dificil de encontrar o muy caro para conseguir y que si era así sería dificil que llegue a ser coleccionista de algo.Entonces ella, que iba escuchando atentamente la conversación, recordó que hacia unos días había tenido el mismo deseo y pensamiento, pero a diferencia de la pequeña ella sí supo qué sería lo que coleccionaría.Había decidido coleccionar arcoiris, desde que había llegado a esa ciudad, a ese lugar se había encontrado con muchos de ellos, uno solo, de a dos incluso de a tres juntos.Sí, eso haría, coleccionaría arcoiris, ya no tenía 8 años, pero estaba tan entusiamada con la idea como si fuera una niña de esa edad.Miró a la niña que iba delante, la pequeña se había quedado en silencio, pensando, buscando en sus pensamientos aquello que los adultos que la acompañaban no supieron ayudarle a encontrar.Entonces, cuando el bus ya estaba por llegar al lugar donde ella se bajaría, se levantó de su asiento, cogió sus cosas para aproximarse a la bajada del bus, y al pasar frente a la pequeña, se inclinó hacia ella y al oído le susurró: "colecciona arcoiris como yo".